Alba [Aposentos de la princesa] |Akuma Motoko|

Se encontraba inquieta desde hacía semanas. Todo el pueblo estaba inquieto. Lo sentía. A simple vista, la princesa no lograba comprender el sentimiento que la arrastraba. ¿Era miedo? Lo dudaba enormemente. Su afán por descubrir el origen de aquella sensación era inmenso, sin embargo, su razonamiento le insistía en que aquello no tenía ni la más mínima importancia.

Estaba apunto de amanecer. No era común que se despertara tan temprano y sólo podía, al menos para ella, significar una cosa: un suceso. Bueno o malo no importaba salvo en el momento de recibirlo. Nerviosa, se acercó hasta el armario y se desvistió, vistiéndose casi de forma inmediata. Le llevó un poco de tiempo, pero logró colocarse de buena forma parte del furisode. Posteriormente se sentó al terminar de vestirse, de nuevo, junto a la ventana. Suspirando.

Ya se oían voces por los pasillos, ya había muchos despiertos. Dirigó levemente la mirada hacia la puerta y con ella parte del cuerpo, pues conducía directamente al pasillo... sonidos familiares, pasos, susurros altos.

Una doncella entró en la habitación, haciendo una mueca al verte ya despierta y vestida para una nueva jornada de trabajo. Cualquier otra criada no se habría atrevido a torcer el gesto, pero Shizuka lleva contigo desde que eras pequeña, y apenas tiene cinco años más que tú. Habiendo crecido juntas se permite ciertas libertades.

-Hime-sama... - la doncella meneó la cabeza - deberíais descansar más, sois la persona más atareada que conozco y acaba de amanecer. Por cierto, ha llegado algo para vos esta mañana.

Shizuka te tendió un pequeño paquete. Quitando el envoltorio había una caja de madera lacada en negro, con el kanji Hime (princesa) grabada en oro. En su interior, un crisantemo y un haiku en un pergamino.

El poema decía así:
¿Qué daría yo?
Por sentir tu mirada.
¿Y tu beso? Un tesoro

La princesa le dirigió la mirada al verla entrar. su consejo le sacaba una leve sonrisa y con ella un suspiro.

-Lo sé, pero estoy inquieta.. tratar de dormir no hará que mi alma se tranuilice y mucho menos, que logre soñar...

Le sorprendió la noticia de un recado, la misma joven le tendió un paquete. Era una cajita de madera, negra. La marca dorada la hizo estremecer, podría decirse incluso que hizo que algo en su interior retumbara. ¿Alegría? No, lo más correcto y acertado sería decir que fue sorpresa.
Tomo la pequeña caja y la dejó caer suave y lentamente sobre su regazo. Naoto pensaba detenidamente mientras deshacía el nudo que anudaba las dos cuerdas que decoraban la caja, provablemente con motivo de que no se abriera la misma en caso de accidente o semejante, quién podría haber sido el autor de aquello. Sólo esperaba que no fuera una broma o... bueno, ya se puede imaginar ¿no?

Abrió la caja y en ella había un crisantemo y un haiku. Tras leerlo no estaba segura de si se había sonrosado o no, al igual que tampoco sabía cómo tomarse aquello.

-Quién... ¿Quién os ha dado esto...?

Preguntó con inseguridad. Estaba nerviosa, quizá era ese pequeño obsequio el que esperaba y no sabía. Quizá el presentimiento que no la dejaba descansar aquella noche.

Shizuka arreglaba el futón: en casas más humildes los futones se recogían en armarios al acabar la noche, ya que el espacio era un bien escaso en todas partes. Sin embargo dentro del palacio imperial no había ese problema, siendo los futones más cómodos y permanentes, sin necesidad de guardarlos.

-Eso es que hay un ambiente malo, Hime-sama. Unos echan la culpa a los extranjeros, otros a los malos espíritus, otros que al abandonar las tradiciones hemos dejado de lado a nuestros ancestros y estos nos dan la espalda... ni los más sabios se ponen de acuerdo en lo que respecta a los culpables - Shizuka seguía con sus tareas - ¿La caja? Una doncella, creo que llevaba el emblema de uno de los daimyos que controlan los clanes. Pero podéis estar segura, de haber algo maligno se habría consumido al pasar por sellos sagrados de la entrada y... - la joven doncella se volvió al notar un tono extraño en tu voz - ¿Os... pasa algo?

Miró a la mujer. Su rostro reflejaba sorpresa y adulación a la vez. Sacó el crisantemo de la caja con mucho cuidado antes de dirigirle la mirada, luego sonrió levemente y habló.

-Creo... creo que puedo interpretar esto como una declaración... Sea quien sea reconoce mi posición y la respeta...

Se llevó una mano a la cabeza mientras se reía. No sabía cómo debía interpretar aquello, no quería equivocarse y hacer las conclusiones equivocadas.

-Esto.. esto es muy raro.

Anunció entre risas inocentes y avergonzadas. Tomó el pergamino y se lo entregó a Shizuka. Pretendía que lo viera por ella misma, ya que Naoto no era capaz de creérselo todavía.

-Toma.

Tras dárselo, volvió a contemplar el crisantemo, blanco. Normalmente, por lo que tenía entendido, el color blanco en un crisantemo era un anuncio de dolencia por un amor perdido, más bien estaría decir que la persona a la que es entregada la flor es la que, por un motivo u otro, no pudo o no quiso mantener el amor con la persona que la obsequia. En su situación, podría interpretar que por la posición estamental en la que la princesa se encuentra es difícil o imposible que le concedan su mano en caso de aceptación. Naoto suspiró, no podía permitirse hacerse ilusiónes por la simple entrega de una cajita con un haiku y una flor.

El rostro de la joven Shizuka se iluminó.

-Es algo muy romántico, Hime-sama. Y entiendo que sea anónimo, no hay ningún samurai sea cual sea su escalafón que pueda declararse abiertamente... sois la princesa, mi señora, y en caso de que vuestro padre no vea adecuado al pretendiente podría pasarlo muy mal - la doncella se mordió el labio, como si fuera renuente a continuar, pero ambas teníais a pesar de la diferencia social la suficiente confianza - En caso de que la correspondencia continúe, podría hacer de correo entre él y vos, Hime-sama.

La princesa sonrió un poco avergonzada al ver la reacción de su acompañante.

-No te discuto que sea romántico Shizuka. Es sólo que... No sé, es ''raro'' y aun más siendo anónimo.

Agitándo levemente la cabeza, rió de forma muy ténue tras escuchar todo su argumento. Por una parte se sentía extraña, entre ilusionada y desconfiada. Es más, por poder no sabía ni qué decir.

-No deberíamos ''ilusionarnos'' tanto con esto. Simplemente dejémoslo estar. Por cierto.-Hizo una leve pausa, dándose cuenta de algo que pudiera habersele olvidado.-¿Un samurai? ¿Cómo ''sabes'' si es un samurai o no el que ha enviado esto?

La pregunta podría parecer estúpida y bastante fácil de deducir, pero la princesa preguntaba desde su más pura inocencia. Después de todo, era la primera vez que ocurría algo de ese estilo hacia ella.

Shizuka pensó si decir ala princesa lo que pensaba la gente común del pacto de su padre con los poderes oscuros, pero las palabras eran poca cosa cuando lo necesario significaba verlo. Tal vez si saliera de incógnito...

-También es posible que sea tímido, y que por esa razón no haya incluido su nombre. O porque es alguien muy cercano a vos, y no desea ser descubierto tan pronto. en lo que respecta a ser un samurai, está claro que es alguien educado, porque mucha gente no sabe escribir, y muchos menos saben componer un poema. eso no lo sabe hacer un samurai de baja extracción social, sino uno verdaderamente importante. Y aventuraría que es un joven muy agraciado.

La princesa inclinaba lentamente la cabeza a medida que Shizuka hablaba sobre su ''enamorado'' y las posibilidades que podría haber. Se sentía un poco estúpida por no haberlo pensado antes, al mismo tiempo que se decía a sí misma que había muchas cosas que ignoraba de la realidad que ocurría a su alrededor. En el exterior.

-La verdad es que no había pensado en eso...

Suspiró como cualquier otra vez, un poco decepcionada. Quizá por lo inocente que podía llegar a ser. Durante unos pocos segundos estuvo mirando hacia la puerta de aquella habitación. Pensaba en su padre, distrayéndose de todo lo anterior. Inmediatamente se acordó de la caja, de su contenido y etc, así que lo reocgió todo cuidadosamente dentro de la caja, cerrándola posteriormente.

-Shizuka.. ¿Mi padre tiene prevista alguna visita hoy?

-Lo desconozco, mi señora, desde que vuestro padre prescindió de su ayuda de cámara - al doncella fue adecuadamente indulgente, el ayuda de cámara no había estado de acuerdo con el pacto del Shogun... y un grupo de demonios lo había devorado en el salón del trono, para reepulsión de muchos de los allí presentes - vuestro padre actúa de un modo bastante aleatorio. Pero lo que sé es que nunca sale ya del palacio durante el día.